Haciendas Mexicanas
Durante la recolección de datos sobre las grandes haciendas del altiplano central mexicano y de la península de Yucatán, entre 1966 y 1985 tomé un gran número de fotos de documentos de contabilidad, pero también de edificios de las haciendas, de su maquinaria y equipo agrícola así como de procesos de trabajo en las explotaciones.
En la búsqueda de material iconográfico histórico sobre las haciendas, copié fotografías antiguas y, en algunas haciendas, saqué fotos de murales que representaban actividades agrícolas. En los casos en que los murales parecían estar en peligro, traté de documentarlos con todo detalle, a fin de facilitar una restauración posterior. Con el correr del tiempo se comprobaría la justificación de esta preocupación.
Desde mediados de los años ochenta la recolección de datos se centró en la península de Yucatán. Allí no sólo tuve que constatar la conservación de comparativamente pocos documentos de contabilidad de las haciendas, sino también la rápida desaparición de los vestigios remanentes de las plantaciones de henequén. Ciertamente, la cultura material de los edificios de vivienda, administración y operación, así como de las máquinas y equipos y la infraestructura de las plantaciones ya se había perdido en gran parte en la década de los setentas del siglo pasado. Aun así parecía que las pocas plantaciones operadas por empresarios privados o ejidatarios en las instalaciones de las haciendas seguirían existiendo todavía por bastante tiempo junto a las unidades modernas de CORDEMEX (Cordeleros Mexicanos). Esta impresión fue un error.
También esta empresa estatal altamente subsidiada, que tenía el monopolio de la exportación fuera del Estado de Yucatán, fue liquidada a principios de los años noventa.
El hecho de que en la década de los ochenta y principios de los noventa algunas haciendas, organizadas a la manera tradicional, siguiesen activas, continuando el proceso de desfibración con máquinas en algunos casos muy viejas y con la organización del trabajo de antaño se debió en buena parte al prolongado ciclo de aprovechamiento del agave. En el caso de algunos empresarios privados probablemente fue cierta nostalgia la que mantuvo en pie una operación que ya no se justificaba en términos económicos.
En los casos en que ejidatarios se habían hecho cargo de la operación en ex haciendas, éstos – al igual que CORDEMEX – tuvieron que ser altamente subsidiados y, salvo pocas excepciones, suspendieron la producción de fibra a principios de los años noventa.
Hoy en día ya casi no se encuentran más que ruinas de esta cultura agroindustrial. Quien en el futuro quiera hacerse una idea adecuada de la misma tendrá que recurrir a material iconográfico de la época en que (todavía) operaban las empresas, y a vestigios de las instalaciones destruidas.
Hacia finales de los años 90 aumenté la recolección de datos sobre la hacienda mexicana con material sobre levantamientos topográficos y mapas históricos. Desde las postrimerías de la era colonial y hasta los años veinte del siglo pasado, estos documentos se refieren ante todo a las tierras de las grandes haciendas.
Entretanto la posibilidad de generar y presentar imágenes en forma digital ha dado lugar a la publicación de este material en dos series en CD-ROM. Una de estas series está dedicada a la documentación iconográfica de haciendas del altiplano central mexicano, la otra presenta vestigios de las haciendas henequeneras de Yucatán. A las series de imágenes les precede en ambos casos un texto de introducción.
Los discos se pueden adquirir a través de la editorial del Instituto Arnold Bergstraesser en Friburgo.
Copyright © Imagenes: Herbert J. Nickel, 2011
Traducción del alemán: Edda Webels